Miro atrás y dentro y pienso que lindo sería que fuese lo que no es.
Y vienen los flashes de las risas y encuentros, y apago lo negro, apago lo negro.
Entonces es cuando entiendo que ya no.
Una lija me arranca el estómago por dentro. Retuercen mi esófago y casi en un ahogo, no puedo gritar. Camino con una tonelada en la cabeza que apenas soporto sin doblegar las rodillas.
Así es cómo golpea mi resignación.