sábado, 19 de marzo de 2011

La mujer navaja

Entonces tomé a la mujer navaja y la besé fuertemente sin medir las consecuencias. Cuando me recuperé del golpe seco me tomé la cara y por entre los dedos se escabullían hilos de sangre. Tenía el labio superior cortado en dos y el corte iba más arriba llegando casi a la nariz.
Entonces me lavé todo lo que pude aunque la sangre no paraba, me uní las partes distanciadas con un pedazo de leuco y volví tras la mujer navaja.

Ella me estaba esperando sonriente sin decir palabra alguna, acostada, con las piernas entre abiertas. Me zambullí en ese laberinto y comencé usar mi lengua que iba sufriendo las caricias de las hojas Gillette. Pronto la sangre manó de mi cara también rasgada con los finos trazos rojos que ardían como mil demonios.

Seguí besando a la mujer navaja, mientras la abrazaba en mis brazos se clavaban como espuelas que atravesaban las carnes y sufría tal escarnio cual ritual pagano de autoflagelación. El ardor me provocaba una insoportable incomodidad, pero quería seguir besando a la mujer navaja. Ella me tomó por los pelos y me llevó lentamente hacia sus pechos. La piel de mi abdomen se iba desgarrando conforme avanzaba en su superficie. Fracciones de carne quedaban a medio camino, generando surcos rojos, como quien arrastra una bolsa mojada y el rastro húmedo queda tras de sí.
Quise gritar, pero me sentía ahogado y no podía dejar de besar a la mujer navaja.

domingo, 13 de marzo de 2011

Me crucé con ella

Cuando me disponía a atravesar la calle sobre la cebra que daba al teatro Solís, me percato de pronto que a unos cuatro metros estaba F.L trabajando en un rodaje. Se encontraba recostada a una camioneta. No nos veíamos desde hacía cinco meses.
Desde que nos habíamos separado telefónica y virtualmente veníamos jugando a los desconocidos por miedo a cruzarnos. Todavía nos seguíamos queriendo aunque nos hubiéramos hecho tanto daño.

Por un segundo nos quedamos petrificados, le tiré un beso, se sonrió, le dije con la mano palmas
arriba que viniera como quien alienta a alguien, yo avancé, ella avanzó, nos fundimos en un abrazo, ella me dijo “nene…”, me pregunta ¿cómo estás?, yo intentando no cruzarme con vos, sigue diciéndome, yo le digo te re quiero, te extraño… me separo, nos teníamos que separar, me voy caminando rápido, cruzo la cebra con la cabeza hacia abajo.

Me sentía un poco feliz, por un momento no pensé en que ella ya había decidido dar vuelta a la página.