jueves, 28 de julio de 2011

Hoy no hubiera salido de la cama

Hoy no hubiera salido de la cama, pero no podía permanecer mas allí en ese cuarto frío. Más aun después de recordar tan nítidamente el sueño que volvió a estrellar el recuerdo de Clara en mi cara. El recuerdo de la distancia y del dolor de ese amor irreparable.

Soñé que me acompañaba a un partido de fútbol, que al parecer podría ser importante, pero en los hechos no lo era. Incluso jugaba un equipo del que no soy fanático, pero yo estaba allí concentrado en el entorno y en el traficar de la pelota. Clara estaba pero a mi lado pero no estaba allí.

En el entretiempo decide ir al baño.

Al comenzar la segunda parte, me encontré solo. Pese a intentar llamados a su teléfono, todo fue en vano. Nunca pude comunicarme. Nunca atendió… Solamente un mensaje de texto lejano; “murió otro”. Recordé que tenía unos gatitos. Recordé entonces todo el sufrimiento –inexplicable para mí-, en torno a un viejo gato que había muerto en su familia y que incluso habían enterrado en un cementerio para animales. Con ceremonia incluida.

Comprendí que yo estaba en un lugar que no me interesaba, pero tampoco estaba en el lugar que a ella le interesaba.

Abandoné la cancha de futbol llena de público, casi devenida en ruinas, tomé un bus rojo de Coetc que estaba vacío y me senté al fondo. No podía contener la angustia de saber que no había vuelta atrás.

Nos habíamos separado. Estábamos separados desde hacía mucho pero nadie tomaba la distancia.

Lloré tanto que el fondo del ómnibus quedó mojado como si la lluvia se hubiese colado por las ventanas, ante la mirada indiferente de los pasajeros que iban subiendo.

Me bajé en el Parque Rivera y comencé a recorrerlo a pie. Cuando era niño ese parque era un refugio y un palacio. A veces salía a correr de noche y lo atravesaba en medio de las tinieblas. Sentía una mezcla de adrenalina, miedo y placer.

Esta vez era diferente.

Caminaba despacio mientras miraba hacia arriba, hacia las ramas de los árboles. Eucaliptus, Pinos, Acacias, Laureles, Paraísos, Sauces… todos ellos desfilaban por encima de mi cabeza, y como una procesión perfectamente coordinada, diferentes pájaros se iban posando en las ramas que cruzaban el camino por encima de mi. Pronto identifiqué Gorriones, Tordos, Cardenales, Mirlos, Calandrias y otros que no pude saber qué eran. Todos parecían alternarse para posarse en las ramas a medida que avanzaba. O yo al menos lo creí así. El olor a bosque fresco comenzó a calmarme y poco a poco las lágrimas se fueron secando.

No volvería a ver a Clara nunca más. Eso era seguro, tanto como necesario.

2 comentarios:

  1. Esto es bueno, HB, un texto con mucha alma metida. E imágenes. Te pongo comillas: "hoy no hubiera salido de la cama", y el frío, y un sueño tremendo que he venido perdiendo desgajado a lo largo de un día malo, uno más. Sacale las mayúsculas a los árboles y los pájaros, este texto va a quedar, bajo una forma u otra.
    Abrazos
    G

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  2. Con lo de "comillas" quiero decir que te copio, que podría firmar al pie, que me siento igual, ja ja! (no vayas a creer que digo que tenés que poner comillas...)

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