Y entonces me doy cuenta que estoy un poco desesperado y que la deseo con locura. Aunque la tenga a centímetros de mí, no puedo rozarle un pelo, aun cuando ella me perfora con su mirada en llamas.
Me percato por un instante de que estoy perdiendo el control y me contengo, y ese es el peor castigo que he tenido en mucho tiempo.
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